viernes, 14 de diciembre de 2012

Palabras Sordas en Mi Cabeza

Temía tanto este momento. La mente te juega malas pasadas cuando menos te lo esperas. De pronto, tus pensamientos divagan de recuerdo en recuerdo, y pasas a imaginar distintas escenas de tu futuro. Había un momento que tantas veces se me repetía, un momento en el que te llega una situación que rápidamente te esfuerzas por borrar de tu memoria porque no te atreves ni a pensarlo si quiera. Tienes miedo de que el simple hecho de pensar en ello pueda traerlo a la vida real. Cierras los ojos y te concentras en momentos alegres y recuerdos alentadores. Piensas, ‘si algún día llega ese momento ya pensaré en ello, mientras tanto no merece la pena martillarse con esas ideas amargas’. Bueno, pues ha llegado ese momento. Me sigue pareciendo una absurda pesadilla. No quiero creer. No puedo creer. No a mí. No a nosotros. 
No.

 


Cuando vas a tientas sin saber cómo seguir,
que tu corazón presienta lo que tiene que venir.

Porque estoy al otro lado 
más cansado pero vivo 
escucha lo que digo lo mejor ha de venir aun 
yo te haré de guía 
en esta noche fría donde mi energía elevaría 
tu tranvía de problemas y lo enviaría a arder, 
quemarse en el infierno soy un ángel 
no lo permitiría.

martes, 11 de diciembre de 2012

Trabajo Final

Aquí os dejo entonces mi trabajo final para Escritura Creativa, que constituye el primer capítulo completo. Si saco tiempo libre, me gustaría seguir escribiendo el resto de la historia, puesto que tengo bastantes ideas... ¡Así que estaros atentos por si me da por subir una continuación! Espero que os guste este primer capítulo y a ser posible me lo dejéis saber con vuestros comentario y opiniones. ¡Disfrutadlo!


Una vez más, el viejo Will se me adelantó. A veces llegué a creer que a pesar de su desgastado aspecto, en su interior escondía a un crío incluso más joven que yo. Estoy seguro de que esa era la razón de que fuera el único adulto al que le hacían gracia mis bromas más absurdas.

-¡Ja! ¡Te he vuelto a ganar, pequeño renacuajo! –exclamó victorioso cuando su hoja cayó cascada abajo empujada por la corriente. Yo observé como la mía la seguía segundos más tarde.

-Eres un tramposo, Will –le reproché indignado.

-¡Te equivocas, chico! Lo que soy es un viejo sabio –se mofó riendo a carcajadas.

De pronto, las alegres carcajadas se fueron convirtiendo en una terrible tos que no le dejaba respirar. No era la primera vez que le pasaba, por lo que corrí a la vivienda más cercana para pedir un vaso de agua. La señora Morgan me lo sirvió con urgencia al ver mi cara de susto, y tapando el vaso con una mano para no derramar ni una gota, corrí de vuelta a la noria de agua.

-Ten, Will. Bebe.

Éste cogió el vaso con manos temblorosas sin dejar de dar bocanadas de aire y produciendo ese desagradable sonido a través de la garganta. Bebió un largo sorbo intentando no atorarse y luego me devolvió el vaso vacío junto a una sonrisa de agradecimiento.

-Una vez más me has salvado la vida –comentó con voz ronca – No sé qué será de mí el día que te hagas mayor y decidas dejarme atrás.

-Vaya tonterías dices, Will –puse los ojos en blanco- Tú eres mi único amigo, ¿qué iba a hacer yo en otro lado mejor que pasar los días jugando y aprendiendo contigo?

Will soltó una risotada, pero esta vez la acompañó con una afectuosa sonrisa.

-Suenas como un viejo aburrido. Quién pudiera pillar tu edad. Si yo fuera tú, no estaría perdiendo el tiempo aguantando a viejos amargados como yo. ¡Vete y busca nuevas aventuras y experiencias, enano!

Yo hice un gesto con la mano para restar importancia al asunto y contesté:

-Bah, todo eso puede esperar. Aquí tengo todo lo que necesito –sonreí.

Justo en ese instante, el rostro de Will pasó radicalmente de agradable a entristecido.

-Niño, escúchame un momento –su tono hizo que algo en mi interior tiritase; nunca antes le había escuchado hablar con tal seriedad. Me senté junto a él para mostrar mi atención y él continuó hablando–: Me gustaría pedirte algo.

Esperé a que prosiguiera, pero al ver que esperaba una respuesta, asentí dándole pie a seguir hablando. Se humedeció los delgados labios y dijo:

-Prométeme que nunca dejarás que el diablo te arrebate el alma.

No sé si Will pudo leer el desconcierto en mi rostro. No sabía si reír o empezar a pensar que finalmente había perdido la chaveta. No quería herir sus sentimientos, por lo que me mantuve en silencio esperando a que dijera algo más. Tras un silencio bastante incómodo, Will insistió:

-Prométemelo –la urgencia de su voz hizo que me asustara y no tuve más remedió que aceptar su ruego.

-Lo prometo.

Acto seguido, su semblante pasó de tenso a relajado, y volvió a sonreír. Yo no entendía nada de lo que acababa de pasar. Sin embargo, no volvió a mencionar aquella promesa nunca más, ni tampoco vi aquellas duras facciones adornar su rostro en lo que le restó de vida.
Hoy, con una amapola moribunda en mis manos y con la vista fija en la fría lápida, creo que empiezo a entender su significado.

***************

El cielo se había vestido de negro aquella mañana. Una vez más, estábamos tú y yo solos. No me preguntes por qué, pero muy en mi interior había guardado la enorme esperanza de que esta vez iba a ser diferente. Esperaba que, aunque fuera demasiado tarde, los vecinos del pueblo se entristecieran al enterarse de la noticia y al fin se dieran cuenta de la gran pérdida que suponía tu muerte. Creía que se arrepentirían de no haber querido conocerte mejor y de no haber pasado más tiempo contigo. Entonces, se habrían reunido todos en este día para despedirte y pedirte perdón por no haberte apreciado lo suficiente en vida.

Sin embargo, allí estaba yo. Solo. Acompañado nada más que por los encargados de tu entierro, un entierro rápido y frío. Sentí que la pena me oprimía el pecho de forma asfixiante. No conseguía creer que esto fuera todo, que ya no fuera a hablar contigo nunca más.
Una vez los encargados terminaron y se alejaron, coloqué la amapola sobre la tierra con sumo cuidado. Acaricié la piedra grabada con la yema de los dedos y deseé haber podido pedir que inscribieran algún mensaje afectuoso para Will. Algo como “Aquí yace Will, el hombre más sabio y alegre que habitó este planeta”.

A pesar de que era eso lo que pensaba sobre él, me parecía muy poca cosa para describir lo magnífico que siempre me pareció. Eché una ojeada a las lápidas que se encontraban a mi alrededor para hacerme una idea de los epitafios que la gente solía usar. Encontré cosas bastante normales, como lo que se me había ocurrido a mí, pero también un par bastante más elaborados. Uno de ellos consiguió hacerme sonreír fugazmente al leer “Me estás pisando la cabeza”. Sin embargo, hubo uno que me llamó especialmente la atención. Decía “No son muertos los que yacen en la tumba fría, muertos son los que tienen el alma muerta y viven todavía”. Había algo en esa frase que me resultaba muy familiar. Entonces, me fijé en el nombre que rezaba sobre la frase: Andrew M. Grint. Yo había visto ese nombre antes en algún sitio. Me puse en pie sin apartar la mirada de aquella piedra. Grint, Andrew… almas muertas… ¿Dónde había leído eso? Cerré los ojos y de pronto una imagen resurgió de mi memoria: El Libro.

La curiosidad se apoderó súbitamente de mí. Tal vez solo fuera que mi mente buscaba una salida; algo a lo que agarrarse y así poder olvidar por un momento que mi mejor amigo estaba bajo ese montón de tierra. Eché una última mirada a la triste lápida y me encaminé con inquietud hacia mi casa.

Llegué a mi puerta casi sin darme cuenta. Caminé hacia mi cuarto guiado por mi instinto, sin reparar en la presencia de mi madre al fondo de la cocina.

-¿Lucie? –me llegó entonces su voz ahogada.

Me paré en seco, con la mano puesta sobre el manillar de la puerta de mi dormitorio. No me digné si quiera a mirarla. Aquella esperanza que transmitía su voz cada vez que preguntaba por Lucie me hacía sentirme culpable. Siempre me tocaba a mi sacarla de su mundo de ensueño y recordarle que Lucie murió hace muchos años.

-Soy Nico, mamá –contesté. Casi podía notar cómo se deshinchaba su globo de esperanza amarga.

No obtuve respuesta, como de costumbre. Pero podía adivinar que había lanzado un largo suspiro, abatida; y que sus ojos habían perdido ese ápice de ilusión que habían alcanzado cuando oyó que alguien entraba en casa.

Una vez en mi cuarto, me dejé caer sobre la cama. La culpa que sentía se agravaba debido a la muerte de Will. Empecé a pensar que todo lo que había ocurrido había sido por mi ignorancia e insensatez. Tal vez si hubiera sido un poco más listo, o si hubiera sido más maduro… Will siempre pensó que no era lo suficientemente maduro, que debía ser más independiente y vivir más aventuras. Sin embargo, no quise escucharle y estuve estorbándole todos los días, obligándole a jugar conmigo, a leerme libros, a contarme historias de su infancia… Quizás le agoté de tal forma que acabé matándole.

El miedo me estaba acorralando. ¿Y si mi madre también moría por mi culpa? ¿Y si se cansara de verme a mí en vez de a Lucie? ¿Pero hay algo que yo pueda hacer para evitarlo? Si tan solo pudiera traer a Lucie de vuelta… Mamá dejaría de sufrir de esa forma tan fatídica. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que mientras daba vueltas a todos estos pensamientos, mi mirada estaba fija en una sola cosa. Me levanté y me dirigí hacia la estantería sin perder de vista el lomo de ese libro tan peculiar. Sentí una enérgica fuente de adrenalina que me empujaba a sacar el libro y abrirlo velozmente en busca de esa página que guardaba tan claramente en mi memoria. Localicé una fotografía que recordé haber visto antes. La imagen era una pintura en la que una bestia con rasgos humanos y ojos delirantes devoraba lo que parecía ser otra persona, pero de tamaño mucho menor, ya que el primero lo agarraba entre sus manos cual muñeco. Un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral haciendo que el vello de mis brazos se erizara. Recordaba perfectamente el terror que sentí la primera vez que vi aquella espeluznante imagen. Esa noche no conseguí pegar ojo y tuve que pedir a Will que me dejara dormir con él.

El pie de la fotografía decía: “Saturno devorando a un hijo”. Sin embargo, alguien lo había tachado con bolígrafo y había añadido la palabra “Satán” a su lado. Fruncí el ceño, confundido. Juraría que eso no estaba ahí la última vez que ojeé este libro, aunque de eso hacía ya varios años, por lo que alguien podría haberlo estado mirando y no haberme dado cuenta de ello. Pero, ¿quién? Las únicas personas que podían entrar en mi cuarto eran mi madre y mi padre. Y no veía razón alguna por la que ellos quisieran coger ese libro en particular y escribir la palabra “Satán” en él. Decidí girar la hoja en busca de la frase y el nombre que realmente estaba buscando y al fin los encontré. Tan solo un par de páginas detrás de aquella fotografía se encontraba aquel nombre “Andrew M. Grint” y la frase que adornaba su lápida (“No son muertos los que yacen en la tumba fría, muertos son los que tienen el alma muerta y viven todavía”). Por lo que pude leer, el pasaje donde aparecía aquella frase parecía una especie de artículo que hablaba sobre ese tal Andrew y su particular obsesión con el mundo espiritual y las almas humanas. Según aquel libro, empezó a delirar creyendo ver el alma de las personas, vivas y muertas. Tragué saliva y me pregunté por qué demonios guardaba yo aquel libro en mi cuarto. Iba a cerrarlo con la idea de olvidarme de toda aquella paranoia cuando reparé en una frase escrita a mano al principio de la hoja continua. La letra era la misma de antes, y esta vez decía: “Pienso que si el diablo no existe y en consecuencia el hombre lo creó, lo hizo a su imagen y semejanza” Fiódor Dostoyevski.

¿Qué relación tenían todos esos nombres y aquellas frases? ¿Quién demonios había cogido mi libro para escribir todo aquello en esas páginas? ¿Y por qué esas páginas en particular? En ese momento pensé que lo más racional sería dejar el libro en su sitio y olvidarme de toda esa locura. Seguramente esas anotaciones llevaban siglos allí escritas pero nunca me había fijado en ellas. O puede que tal vez simplemente no lo recordara, después de tantos años sin tocar el libro. Pero algo en mí me estaba pidiendo a gritos que siguiera investigando, que había algo importante detrás de todas esas anotaciones y que me incumbía más de lo que quería pensar. Me encantaría deciros que dejé el libro en su sitio, o  mejor, que lo quemé y todo quedó en una simple anécdota. Pero eso habría sido demasiado maduro, y aburrido, ¿no creéis?

domingo, 25 de noviembre de 2012

Noticias

¡Buenas!
Solo quería informaros de que el último fragmento que colgué de la historia de Nico (Pie forzado) no es una continuación directa de "Escenario". Escribí otro fragmento entre ambos, pero solo subí este último porque es el que interesa a los profesores para realizar el ejercicio de "Pie Forzado". Por ahora no voy a subir ese trozo que falta, ya que no quiero colgar todo lo que vaya escribiendo hasta que no tenga al menos el primer capítulo terminado. Solo os iré ofreciendo fragmentos cortos para saber vuestra opinión sobre ello, pero guardaré otros para dejar que la curiosidad os reconcoma :)

Gracias a todos por leer y comentar.

¡Un saludo!

N.

lunes, 12 de noviembre de 2012

3. Pie Forzado

Saturno Devorando a un Hijo
 (Francisco de Goya)
El pie de la fotografía decía: “Saturno devorando a un hijo”. Sin embargo, alguien lo había tachado con bolígrafo y había añadido la palabra “Satán” a su lado. Fruncí el ceño, confundido. Juraría que eso no estaba ahí la última vez que ojeé este libro, aunque de eso hacía ya varios años, por lo que alguien podría haber estado mirándolo y no me habría dado cuenta de ello. Pero, ¿quién? Las únicas personas que podían entrar en mi cuarto eran mi madre y mi padre. Y no veía razón alguna por la que ellos quisieran coger ese libro en particular y escribir la palabra “Satán” en él. Decidí girar la hoja en busca de la frase y el nombre que realmente estaba buscando y al fin los encontré. Tan solo un par de páginas detrás de aquella fotografía se encontraba aquel nombre “Andrew M. Grint” y la frase que adornaba su lápida (“No son muertos los que yacen en la tumba fría, muertos son los que tienen el alma muerta y viven todavía”). Por lo que pude leer, el pasaje donde aparecía aquella frase parecía una especie de artículo que hablaba sobre ese tal Andrew y su particular obsesión con el mundo espiritual y las almas humanas. Según aquel libro, empezó a delirar creyendo ver el alma de las personas, vivas y muertas. Tragué saliva y me pregunté por qué demonios guardaba yo aquel libro en mi cuarto. Iba a cerrarlo con la idea de olvidarme de toda aquella paranoia cuando reparé en una frase escrita a mano al principio de la hoja contigua. La letra era la misma de antes, y esta vez decía: “Pienso que si el diablo no existe y en consecuencia el hombre lo creó, lo hizo a su imagen y semejanza” Fiódor Dostoyevski. 

¿Qué relación tenían todos esos nombres y aquellas frases? ¿Quién demonios había cogido mi libro para escribir todo aquello en esas páginas? ¿Y por qué esas páginas en particular? En ese momento pensé que lo más racional sería dejar el libro en su sitio y olvidarme de toda esa locura. Seguramente esas anotaciones llevaban siglos allí escritas pero nunca me había fijado en ellas. O puede que tal vez simplemente no lo recordara, después de tantos años sin tocar el libro. Pero algo en mí me estaba pidiendo a gritos que siguiera investigando; que había algo importante detrás de todas esas anotaciones y que me incumbía más de lo que quería pensar. Me encantaría deciros que dejé el libro en su sitio, o mejor, que lo quemé y todo quedó en una simple anécdota. Pero eso habría sido demasiado maduro, y aburrido, ¿no creéis?

domingo, 4 de noviembre de 2012

Juana Castro: "La poesía nos puede salvar de ir al psiquiatra"

Fuente: Juana Castro

El pasado miércoles 31 recibimos una nueva visita, la de la poeta Juana Castro. Acompañada de Noni Benegas, quién guió la conferencia introduciendo los temas,  Juana se centró en describir la fuerte conexión entre su dura biografía y sus obras. Describió seis escenas de su vida, desde su infancia hasta el día de hoy, cuya importancia ha supuesto que despertara en ella la pasión de la escritura. Sin embargo, la clave de su comienzo en la poesía se debe al descubrimiento del “feminismo” como movimiento social. Este concepto es un conflicto con el que Juana convivió durante mucho tiempo, pero no fue hasta que leyó sobre él en una revista cuando supo que recibía el nombre de “feminismo”. Desde entonces, sintió la necesidad de escribir, no solo para que el mundo se diera cuenta de aquella injusticia sino también para liberar su alma.

Personalmente, me agradó mucho que fuera leyendo algún que otro poema en particular que ella pensaba que representaba muy bien lo que nos estaba contando. Así, nos deleitó con la lectura de varios de sus poemas. Algo que también llamó mucho mi atención fue la facilidad con la que se abrió a su público sin reparos contándonos secretos de su pasado y cómo estos inspiraron sus poemas. Me pareció una persona extraordinariamente fuerte y admirable, con una magnífica capacidad de transmitir historias en sus poemas sin necesidad de ser explícita en ningún momento. Cómo ya nos contó, escribió sobre las enfermedades por las que estaban pasando sus padres sin mencionar en ningún momento el nombre de la enfermedad. Aún así, el mensaje llega completo al lector apelando directamente a la emoción. Porque ese es el arte de la poesía, tomar tus propias experiencias y transformarlas en literatura, en arte.

A continuación os presento uno de los poemas que nos recitó y que me caló profundamente:

Amor mío

Antonia buena chica ingresó ya cadáver.
Carmen muy educada vaqueros blusa beis
y Raquel silenciosa es el amor.

Amor de amoratarse amor que es amoldar
y amancillar.
Amor de amenazar amor de amurallar
amor de amartillar
y de amasijo.

Amor de amortajar.

Rosa Lola María
Inés Luisa mi amor.

Compañero mi amigo
mi enemigo.

Rafael veinte años arma blanca su novia en una calle.
José Pablo dos hijos divorciado
y Raúl empresario gran sonrisa el amor.

Es el amor que amengua que amuralla
que amortece y amarra.
Amor de amuñecar amor que es amputar
amor de amilanar
y de ambulancia.

Amor de amordazar.

Manuel Félix Cristóbal
Jaime Isidro mi amor.

Mi señora mi dueña
mi rehén.

Amo mío mi amor.

El anillo no sabe no sabía.
El anillo.
El cuchillo.

lunes, 29 de octubre de 2012

La Mecánica del Corazón

-Si tienes miedo de hacerte daño, aumentas las probabilidades de que eso mismo suceda. Fíjate en los funambulistas, ¿crees que piensan en que tal vez caerán cuando caminan cuidadosamente por la cuerda? No, ellos aceptan ese riesgo y disfrutan del placer que les proporciona desafiar el peligro. Si te pasas la vida procurando no romperte nada, te aburrirás terriblemente... ¡No conozco nada más divertido que la imprudencia! ¡Mírate! ¡Digo <<imprudencia>> y se te encienden los ojos! ¡Ja, ja!

-Sí, sí... Pero ¿no conocerá usted algún truco para reforzar un poco mi corazón?

-Oh, claro... Escúchame bien, ¿estás listo? Escúchame muy atentamente: el único truco, como dices, que te permitirá seducir a la mujer de tus sueños, es justamente tu corazón. [...] Es con ese con el que tienes que trabajar. Olvídate de tus problemas de mecánica, así les quitarás importancia. ¡Sé imprudente y, sobre todo, entrégate sin reservas! [...] Pero debes saber que no siempre funciona. No puedo garantizarte nada. Debo ser honesto y decirte que yo mismo acabo de fracasar con la mujer que creía que sería la mujer de mi vida. En cualquier caso, es evidente que no existe ningún <<truco>> que funcione siempre y en todas ocasiones. [...] ¿Sabes? Cuando estaba enamorado, no paraba de inventar cosas. Una montaña entera de artificios, ilusiones y trucos, para divertir a mi novia. Creo que al final se hartó de mis historias fantásticas. Incluso pensé en crear un viaje a la luna solo para ella,pero lo que debería haberle regalado es un viaje real por la tierra. Pedir su mano, regalarle un anillo, buscar una casa más habitable que mi viejo taller, no lo sé... -dice, suspirando-. [...] El amor no es fácil todos lo días, el amor.... pequeño -repite, pensativo.


Mathias Malzieu - La Mecánica del Corazón

viernes, 26 de octubre de 2012

Marta Leonor


Fuente: http://www.escritorasnicaragua.org/biografias/martaleonor
Marta Leonor González, poeta y periodista nicaragüense, nos regaló el miércoles 24 de Octubre una interesante presentación sobre el arte de la poesía. Contó cómo, según su punto de vista, la poesía es algo libre, que no necesita receta y que se ayuda de sucesos en nuestras vidas y las de otros para su creación. Consecuentemente, nos relató un resumen sobre la historia de Nicaragua para demostrar cómo hechos históricos tan importantes como guerras, dictaduras o catástrofes naturales dan pie a grandes obras y escritores.
Nos habló sobre la autenticidad y la renovación a la hora de escribir, al igual que la importancia de la inspiración. Proporcionó consejos similares a aquéllos que ya hemos recibido en las clases de Escritura Creativa: llevar siempre una libreta para apuntar ideas, cambiar de aires…
Finalmente, nos animó a levantarnos y abrazarnos unos a otros en un intento de hacernos sentir mejor con nosotros mismos y subirnos la autoestima con frases como “Hoy voy a ser mejor” o “No tengo miedo”, ya que son actitudes necesarias a la hora de encontrar nuestra creatividad literaria. Acompañó la conferencia con la lectura de varios poemas de autores como Pablo Neruda y Ernesto Cardenal. El culmen de su discurso se produjo con la lectura de dos poemas propios de la autora, llamados “El Tiburón que Rodeaba mi Cielo” y “Boceto para Entrar al Club” de su nueva obra Paloma Equilibrista.

En cuanto a mi opinión sobre esta conferencia, en un primer momento, me sorprendió darme cuenta de lo mucho que tienen en común la poesía y la narrativa en su elaboración, puesto que ambas parten de las experiencias que uno vive e incluso las de otras personas. Sin embargo, siempre me habían parecido dos estilos que no compartían más allá del mero hecho de que en ambas se necesitan palabras específicas y una cierta armonía entre ellas. Siempre había visto la poesía como un sinsentido de palabras que tenían como objetivo crear musicalidad, me era imposible reconocer las sensaciones ocultas en la mayoría de los poemas. Sin embargo, Marta Leonor me ha enseñado a ver que hay una imagen, un sentimiento y posiblemente una experiencia escondidos bajo todo ese entrelazamiento de palabras y que tampoco se aleja tanto de esa realidad que transmite la narrativa.
Lo único negativo que he podido apreciar sobre esta presentación ha sido la pobre organización que la autora ofreció. Daba la sensación de que no tenía muy claro qué debía decir ni cómo desarrollar la conferencia. Rebuscaba entre sus papeles y saltaba de diapositiva en diapositiva sin orden. También chocó un poco con mis expectativas el hecho de que solo hablara ligeramente sobre sus obras al final de la conferencia, ya que se dedicó a hablar sobre la poesía en general durante el resto de la charla.
Aquí os dejo uno de sus poemas. Me llamó la atención el nombre “Si ves un gato negro, decía mi abuela” y la abundancia de metáforas que aparecen en el texto:

Si ves un gato negro, decía mi abuela

Manadas de gastos merodean la noche de mis tejados,
manosean el secreto de los amantes,
y con sus garras afiladas corcovean sobre la hembra herida,
lloran porque están solos,
recorren las calles abandonadas,
con el temor que una mano los condene,
olfatean un olor a pollo asado, a pan recién horneado
y en el solar, macho y hembra,
aislados, perteneciéndose en cada marejada.
Si ves un gato negro, decía mi abuela,
te abrumará de noches,
y con las uñas te sacará los ojos.
Como auténticos cuervos de la existencia,
arrimados a la puerta con aire de perdón,
no sabrán que esa misma noche,
serán gatos en la ventanilla de un bus azul.

domingo, 21 de octubre de 2012

Mi despedida


2. Escenario

Una vez más, el viejo Will se me adelantó. A veces he llegado a creer que a pesar de su desgastado aspecto, en su interior escondía a un crío incluso más joven que yo. Estoy seguro de que esa era la razón de que fuera el único adulto al que le hacían gracia mis bromas más absurdas.
-¡Ja! ¡Te he vuelto a ganar, pequeño renacuajo! –exclamó victorioso cuando su hoja cayó cascada abajo empujada por la corriente. Yo observé como la mía la seguía segundos más tarde.
-Eres un tramposo, Will –le reproché indignado.
-¡Te equivocas, chico! Lo que soy es un viejo sabio –se mofó riendo a carcajadas.
De pronto, las alegres carcajadas se fueron convirtiendo en una terrible tos que no le dejaba respirar. No era la primera vez que le pasaba, por lo que corrí a la vivienda más cercana para pedir un vaso de agua. La señora Morgan me lo sirvió con urgencia al ver mi cara de susto, y tapando el vaso con una mano para no derramar ni una gota, corrí de vuelta a la noria de agua.
-Ten, Will. Bebe.
Éste cogió el vaso con manos temblorosas sin dejar de dar bocanadas de aire y produciendo ese desagradable sonido a través de la garganta. Bebió un largo sorbo intentando no atorarse y luego me devolvió el vaso vacío junto a una sonrisa de agradecimiento.
-Una vez más me has salvado la vida –comentó con voz ronca – No sé qué será de mí el día que te hagas mayor y decidas dejarme atrás.
-Vaya tonterías dices, Will –puse los ojos en blanco- Tú eres mi único amigo, ¿qué iba a hacer yo en otro lado mejor que pasar los días jugando y aprendiendo contigo?
Will soltó una risotada, pero esta vez la acompañó con una afectuosa sonrisa.
-Suenas como un viejo aburrido. Quién pudiera pillar tu edad. Si yo fuera tú, no estaría perdiendo el tiempo aguantando a viejos amargados como yo. ¡Vete y busca nuevas aventuras y experiencias, enano!
Yo hice un gesto con la mano para restar importancia al asunto y contesté:
-Bah, todo eso puede esperar. Aquí tengo todo lo que necesito –sonreí.
Justo en ese instante, el rostro de Will pasó radicalmente de agradable a entristecido.
-Niño, escúchame un momento –su tono hizo que algo en mi interior tiritase; nunca antes le había escuchado hablar con tal seriedad. Me senté junto a él para mostrar mi atención y él continuó hablando–: Me gustaría pedirte algo.
Esperé a que prosiguiera, pero al ver que esperaba una respuesta, asentí dándole pie a seguir hablando. Se humedeció los delgados labios y dijo:
-Prométeme que nunca dejarás que el diablo te arrebate el alma.
No sé si Will pudo leer el desconcierto en mi rostro. No sabía si reír o empezar a pensar que finalmente había perdido la chaveta. No quería herir sus sentimientos, por lo que me mantuve en silencio esperando a que dijera algo más. Tras un silencio bastante incómodo, Will insistió:
-Prométemelo –la urgencia de su voz hizo que me asustara y no tuve más remedió que aceptar su ruego.
-Lo prometo.
Acto seguido, su semblante pasó de tenso a relajado, y volvió a sonreír. Yo no entendía nada de lo que acababa de pasar. Sin embargo, no volvió a mencionar aquella promesa nunca más, ni tampoco vi aquellas duras facciones adornar su rostro en lo que le restó de vida.
Seis meses después, con una amapola moribunda en mis manos y con la vista fija en la fría lápida, creí empezar a entender su significado.

lunes, 8 de octubre de 2012

1. Personaje


¿Dónde ha nacido?  Southampton, Inglaterra

¿Qué tipo de familia ha tenido? La familia de Nico está formada por: su madre, una mujer joven con una infancia y adolescencia dura; vive ajena a todo lo que ocurre a su alrededor; ignorante por decisión propia con ningún objetivo más en la vida que el de ser una buena ama de casa. Su padre no pasa casi por casa y cuando lo hace se sienta a la mesa a beber vino mientras lee el periódico sin reparar en el hecho de que tiene un hijo; Nico tuvo una hermana mayor, Lucie, a la que no llegó a conocer ya que se dice que cayó enferma y falleció cuando no tenía más que un año de vida.
¿Sus padres le querían? Su madre se preocupa por su bienestar, pero su propio trastorno psicológico le impide proteger a su hijo satisfactoriamente. A su padre le pasa desapercibido la mayor parte del tiempo.
¿Qué calificaciones sacaba en el colegio? Nunca fue al colegio
¿Qué libros leía de pequeño? Historias fantásticas y cuentos con héroes que conseguían proteger al indefenso, como Robin Hood.
¿Cómo es físicamente? Más bien alto para su edad y larguirucho; pelo escaso, oscuro y lacio. Su rostro es alargado y delgado, pero cuando sonríe sus mejillas se convierten en dos esponjitas iluminadas.
¿Siempre ha sido igual o ha cambiado mucho con los años? Su inocencia quedó aparcada en su pasado, demasiado temprano para su edad. A los 8 años comenzó a ser un chico independiente, dejó de necesitar la protección materna y se limitó a pensar y decidir las cosas por sí mismo.
¿Cómo son sus ojos? Sus ojos verdes siempre llaman la atención a primera vista sobre su aspecto; sin embargo, no todo el mundo es capaz de captar la profundidad que se adentra a través de ellos. Su mirada transmite tranquilidad y picardía, a juego con una sonrisa encandiladora.
¿Tiene defectos físicos? El único defecto físico visible a simple viste es un diente torcido al frente de su dentadura. La causa de este defectuoso crecimiento fue un fuerte golpe que se propinó en la boca al caer de cabeza un día cuando trataba de ganar una carrera calle abajo andando únicamente sobre sus manos.
¿Tiene traumas psicológicos? La pérdida de su hermana mayor desconocida es un trauma que le persigue incluso antes de llegar al mundo. Su madre llora por las esquinas la ausencia de esa niña y pronuncia su nombre a cada momento. Nico siempre ha teniendo la sensación de que cuando su madre le mira a los ojos cree ver a su niña perdida durante unos breves instantes, después vuelve al mundo real y su rostro de decepción se clava en el pecho del pequeño. La imagen y presencia inestable de su padre tampoco ha ayudado a guiar su lado psicológico en una buena dirección.
¿Qué religión practica? A los 7 años, tras aprender a leer gracias a su viejo amigo Will tomó la manía que todo niño coge al empezar sus primeras lecturas: la de leer todo cartel que aparece por las calles. Pasando de forma casual cerca de una de las iglesias cristianas del pueblo pudo leer el siguiente mensaje “El Señor está contigo y te guía hacia la gloria eterna”. Aquel enunciado despertó en él la curiosidad de conocer quién era ese Señor y si podía ayudarle a él también. Tras colarse en la iglesia cuando nadie miraba, pudo pasear lentamente contemplando con detalle cada figura y pintura intentando comprender su significado. Se sentó en un banco y esperó la llegada del Señor con paciencia.
¿Está casado? Y si es así ¿con quién? No
¿Tiene represiones sexuales? ¿Cuáles? No
¿Sus viajes son largos o cortos? En principio hace viajes cortos alrededor de su pueblo hasta que tiene la edad suficiente para valerse por sí mismo y comienza a explorar otras zonas más alejadas que le llevarán más tiempo fuera de casa.
¿Cómo va vestido? Tiene un particular cariño por una pequeña boina de color rojo que lleva siempre puesta. Calcetines negros hasta casi las rodillas a juego con unos pantalones cortos grises y un viejo chaleco desgastado sobre una camisa amarillenta para el verano. En invierno el estilo no cambia demasiado pero sustituye los pantalones cortos por unos negros largos, sujeto por un cinturón de su padre demasiado grande para su estrecha cintura y se cubre el cuerpo con un abrigo oscuro de pequeños botones.
¿Qué color es su preferido? El color de la nieve, el agua y el cielo.
¿Qué le gusta comer? Las ricas magdalenas que consigue birlar a Roxie cuando ésta está descuidada buscando en la despensa algún que otro bizcocho que le han encargado.
¿Qué música escucha? Le gusta escuchar al coro de la iglesia siempre que puede, además de a su amigo Will tocar el ukelele en la esquina junto a la barbería.
¿Baila? ¿Qué? De vez en cuando saca su lado más artístico cantando y bailando junto a Will en el centro de la plaza entreteniendo así a los transeúntes.
¿Es una persona apasionada? Su gran pasión va destinada a sí mismo. A pesar de ello, no es lo que se podría considerar una persona egocéntrica, ya que una de las cosas que más le apasiona es resolver las injusticias de la vida. No solo las que le afectan a él sino también las que están dirigidas al resto del mundo.
¿Qué busca en la vida? En la vida busca simplemente vivir. No le da demasiada importancia a las condiciones por las que tenga que pasar y mucho menos se preocupa por los lujos ni las necesidades absurdas que alguna gente considera imprescindibles para una buena vida. Él solo necesita la compañía de su ardilla y pequeñas metas que perseguir para sentirse realizado y satisfecho consigo mismo día a día.
¿A qué persona quiere más? Según Nico, su ardilla Jerry sería la “persona” a quién más quiere, puesto que la considera más persona que a mucha otra gente a su alrededor. Sin embargo, Will ocuparía ese puesto de ser más querido. Él le ha enseñado todo lo que sabe y además ha sido aquél que más le ha ayudado y protegido a lo largo de su corta edad.
¿La gente le quiere? No suele dar tiempo suficiente a la gente para crear vínculos afectuosos. Sin embargo, tiene el peculiar don de caer muy bien sin apenas conocerle. Solo con una sonrisa inocente y una mirada dulce consigue que la gente confíe plenamente en sus no tan buenas intenciones.
¿Huele bien? Viviendo la mayor parte del tiempo en la calle, reúne un conjunto de fragancias que dependiendo del olfato pueden ser más agradables o menos.
¿Hace ejercicio? ¿De qué tipo? Le gusta mucho jugar al pilla-pilla con su ardilla y bailar sin parar junto a Will.
¿Es melancólico o risueño? Nunca muestra su lado melancólico delante de la gente. Su semblante y su personalidad residen profundamente en el aspecto risueño. Es capaz de hacer reír a la gente sin esfuerzo alguno e incluso de cambiar la forma negativa de ver la vida de alguna gente para mostrarles el lado bueno de este mundo. Sin embargo, todo risueño tiene sus momentos de melancolía, de añorar un lugar, una persona o incluso un sentimiento escondido.
¿Cuál es su animal preferido? Su ardilla Jerry. Pero también adora los perros.
¿Duerme bien? Las pocas noches en las que no le atacan sus pesadillas, sí.
¿A qué hora se levanta? Normalmente el sol le saluda nada más entrar por su desnuda ventana sirviéndole de despertador.
¿Cómo se gana la vida? En principio es solo un crío, pero conforme va madurando intentará buscarse nuevas formas de sobrevivir, entre ellas repartidor de periódicos y animador callejero.
¿Cómo acabará su vida? Acabará creciendo demasiado rápido, aprendiendo de la vida y la sociedad a base de golpes y sintiéndose fuera de lugar. Buscará un sitio donde poder estar en paz y sentirse cómodo consigo mismo.


Nico pertenece a una familia de clase baja que por problemas económicos y sociales ha ido yendo de mal en peor. Debido a esta situación, el pequeño ha tenido que aprender a valerse por sí mismo y a no caer en una tristeza profunda; prefiere sonreír por las pequeñas cosas del día a día. Su espíritu risueño y alegre le ayuda a encontrar distintas formas de sobrevivir a costa de los demás, pero también aprenderá a ser independiente y a salir adelante sin más ayuda que su virtuoso ingenio. Esto ocasiona que a una cierta edad, sienta la necesidad de dejar su acogedor pueblo atrás e ir en busca de nuevos caminos. Siempre acompañado por su amiga la ardilla Jerry, y con Will –su viejo mejor amigo- presente en su pensamiento. Vivirá diversas aventuras y con ellas nuevos sentimientos que hasta entonces desconocía. Cada experiencia le enseñará a comprender mejor la vida y sus enrevesados secretos. Irá siguiendo unas pistas extrañas que alguien parece haber ido dejando en su camino con la intención de guiarle hacia una verdad inesperada. Paso a paso, Nico descubrirá que la humanidad se está auto-destruyendo día a día y que solo él es capaz de encontrar la solución a esta crisis mundial.

domingo, 7 de octubre de 2012

Auto-presentación

¡Bienvenidos a mi Blog, amigos lectores! Supongo que esta introducción/presentación debería de haberla hecho antes de publicar un texto así sin venir a cuento, pero lo haré ahora que tengo más claro cual va a ser el uso de este Blog. Además, el texto con el que estrené esto es una buena forma de introducir a mis lectores un poco mi estilo a la hora de escribir.

Sinceramente, siempre tuve ganas de crear un Blog, pero creo que nunca tuve el valor de hacerlo por miedo a que no tuviera ni un solo lector o de acabar dándome cuenta de que no valgo para escribir ni la lista de la compra... Pero al fin, gracias a esta nueva asignatura ·Escritura Creativa· tengo una buena excusa para inaugurar mi propio Blog. Que dure más o menos dependerá de mis habilidades escribiendo durante este cuatrimestre... 


No solo iré posteando los ejercicios que me vayan mandando de esta asignatura sino que también iré añadiendo textos míos propios, de otros autores, fotos y canciones que de algún modo me hagan sentirme conectada con lo que vaya presentando aquí.


Sobre mí... no diré nada. Creo que una de las mejores formas de conocer a una persona es por su escritura, así que espero que me vayáis conociendo con el tiempo :) 


lunes, 24 de septiembre de 2012

Detalles

Me dirijo a la salida sin mirar atrás, pero me paro ante la puerta. Cómo es típico de Inglaterra, el sol que había brillado toda la mañana se había esfumado en unos minutos para dejar paso a unas amargas nubes negras que derramaban densas gotas de lluvia. Me coloco la capucha de mi sudadera sobre la cabeza y salgo dejando que las frías gotas de agua mojen mi cara. Voy caminando por las típicas calles de Londres. Me encanta pasearme por ellas sin más porque cada día me encuentro con algo nuevo que había pasado por alto la última vez que pasé o que no estaba antes allí. A simple vista parece una ciudad corriente, con altos y modernos edificios, oficinas de negocios, gente agolpándose en los pasos de cebra, impacientes por llegar a un lugar en concreto. No se paran a mirar a su alrededor. Van hablando por el teléfono móvil o fumando o hablando con un amigo, miran a su alrededor, pero no ven. Se conforman con lo superficial y no se dan cuenta de todo lo que hay detrás de una sola pared, una puerta o una simple verja. Por esta razón me encanta cambiar de ciudad de tiempo en tiempo. Mi padre me hace ir a diferentes ciudades y países en busca de la plaga y eso me encanta, porque lo que una persona ve la primera vez que llega a un sitio desconocido es 10 veces más de lo que puede ver una persona que vive en ese lugar desde que nació o incluso si solo lleva viviendo allí dos o tres años. Sus mentes se acostumbran a aceptar que ya lo conocen todo y pierden toda la curiosidad del turista, ese que hace fotos incluso a una papelera simplemente por el hecho de ser diferente. Solo eso ya la hace especial. Londres tiene muchos de esos pequeños detalles y por eso es una de mis ciudades favoritas y donde he decidido asentar mi nuevo hogar. Londres puede llegar a ser la ciudad más aburrida del mundo, pero solo para aquellos que no miran. Solo los que no se paran a buscar los diminutos detalles pueden decir que Londres no es especial.